Cada empresa, cada marca y cada producto tendrá sus razones para estar, o no, en unas redes u otras, y también para establecer el nivel de servicios o de conversación que está dispuesto a dar. Esa decisión pertenece únicamente a la empresa, debidamente asesorada, y una vez que se establece un nivel de servicio en las redes, los usuarios sabrán a qué atenerse, no te van a pedir más de lo que ofreces, pero decide bien antes. No propongas unos servicios que luego se queden sin cubrir, ese error no lo perdonarán los usuarios.
Las decisiones que tomemos en cuestión de redes sociales son importantes. Por ejemplo, la atención al cliente basada en Twitter o en Facebook puede suponer un incremento en el coste de personal considerable, y luego podríamos no obtener el retorno que buscábamos.
Se premia la transparencia y la continuidad. En las redes sociales te aceptan tal como eres, y aceptan tu marca y tus servicios tal y como los plantees, pero no se acepta un cambio brusco de intenciones o una falta de regularidad o de atención en aquello que ofreces.
Una vez dentro de una red social y con unos servicios establecidos hay que ser excelentes. Las redes sociales aumentan la reputación corporativa si se sabe hacer buen uso de ellas, un descuido se paga caro, la falta de atención o un mantenimiento mediocre puede suponer una caída de la reputación corporativa.